miércoles, 15 de julio de 2020

"Un ciego con una pistola" de Chester Himes.


Dentro del género policiaco, Chester Himes ocupa un sitial indiscutible —que al paso de las décadas nadie amaga poder disputarle— como el gran novelista americano de la negritud. Las múltiples aristas del problema racial para la sociedad estadunidense, hallan en sus páginas un lúcido, implacable  y doliente escrutinio, tan vigente hoy como hace cinco o seis décadas, cuando fueron escritas.
La saga de novelas protagonizadas por la durísima pareja de detectives Grave Digger Sepulturero Jones y Coffin Ed Ataúd Johnson, constituye por derecho propio uno de los capítulos de lujo en la historia de la serie negra; doblemente negra en sus manos, como suele señalarse a menudo. Sepulturero Jones y Ataúd Johnson son dos policías de color, adscritos a la comisaría del barrio de Harlem, emblemático gueto para la comunidad afroamericana de Nueva York desde el primer tercio del siglo pasado.
Acaso uno de los secretos de la buena salud que este conjunto de obras siguen conservando, tenga que ver con que Himes, sobre un sustrato de honda comprensión y militante solidaridad hacia su raza, jamás la idealiza ni la victimiza. La retrata con un énfasis hiperrealista donde aparecen en compleja urdimbre todas sus luces y todas sus sombras, todo su jubiloso margen de virtud y todo su asimilado patrimonio de oprobio.
La ambigüedad moral, que suele reconocerse como rasgo esencial de la novela policial dura, en sus manos tiende a cobrar tintes de contradicción estridente y sostenida, sin que ello desdibuje en momento alguno su carácter solidario y comprometido. Sepulturero Jones y Ataúd Johnson son personajes heroicos; poseen una aguda conciencia crítica del atávico odio racial donde se enraízan los crímenes que cotidianamente les toca esclarecer y combatir; y sin embargo, los procedimientos con que llevan a cabo esa tarea —siempre en su barrio y entre su propia gente—, resultan por norma y por necesidad brutales, sin concesión a los hipócritas disimulos de la justicia blanca.
Un ciego con una pistola es, sin lugar a dudas para mí, el mejor de sus libros. Una de las cimas culminantes para la novela negra de todos los tiempos. Fresco mural armado a partir de diversas viñetas narrativas, capaz de sugerir al mismo tiempo una sólida unidad estructural de fondo, que de descoyuntarse con independencia en multitud de cabos sueltos sin amarre final. Su desenlace intencionadamente abierto es no sólo una de las apuestas estilísticas más arriesgadas en la historia del género, sino el más inspirado recurso expresivo del que Himes consiguió echar mano para plasmar la enloquecida polifonía de Harlem y de sus habitantes.
Publicada en 1969, su trama se ubica dentro de un contexto de efervescencia social, política e histórica especialmente álgido. Entre Black Panthers, Musulmanes Negros, profetas de pacotilla, insólitas modalidades de secta religiosa, y con una fugaz pero elocuente aparición de Malcolm X, el marco general que de alguna suerte contiene sus diversas subtramas está dado por una atmósfera cada vez más densa de revuelta racial; atmósfera culminada en uno de esos disturbios que cíclicamente convulsionan a las grandes urbes norteamericanas tras episodios de abuso policiaco.
Se trata de la última pieza estelarizada por su pareja de emblemáticos detectives, que Chester Himes pudo concluir a cabal satisfacción. Plan B, devastadora, dolorosa e imprescindible culminación de la saga, y en la cual trabajaba al morir en 1984, sería publicada póstumamente; sin permitirle ese impecable trabajo de pulimentado final que convierte a Un ciego con una pistola  (como a Empieza el calor, Todos muertos, El gran sueño de oro o Algodón en Harlem) en la obra maestra que es.